Educación
en Medellín y Antioquia: de una enseñanza eclesiástica a la instrucción secular
entre 1810 y principios del siglo XX.
Alejandra Mejía
Narváez.
Toda sociedad tiene una
forma de educación en la búsqueda de adaptación de los individuos a la vida en
comunidad; esa forma de educación se moldea de acuerdo a los rasgos de dicha sociedad, su tiempo y su
espacio. Sin embargo, no sólo estos elementos fungen en la modelación de tal o
cual tipo de educación, el devenir de la historia y los acontecimientos actúan
como el escenario donde la educación se desarrolla y por tanto está
inevitablemente vinculada a ésta mecánica.
Establecida la colonia en América, los
miembros de la élite representaban la minoría que tenía posibilidades de
acceder a una formación pedagógica formal, en la cual el objetivo esencial era
la formación de sujetos virtuosos, que mantuvieran las buenas costumbres y que
sostuvieran una devota fidelidad al monarca español, bajo el resguardo de la
moral y la fe cristiana.
“Grande
es el placer que experimentan los hombres religiosos i patriotas con los
esfuerzos que se hacen para mejorar la jeneración presente, por medio de una
educación basada sobre la moral evangélica, único fundamento de las
instituciones sociales […]”[1]
No obstante, la dinámica de los sucesos que
acaecerían tanto en España como en América para finales del siglo XVIII e
inicios del siglo XIX, serían el caldo de cultivo que provocaría la ruptura de
los lazos entre metrópoli y colonia, y que indudablemente serviría de trampolín
para la transformación del sistema educativo, su estructura, sus objetivos de
formación, sus métodos, hasta la misma población hacia la que se dirigía
cambiarían su esencia irremediablemente, siendo un proceso largo y lento.
Para finales del siglo XVIII España se
encontraba en el ocaso de su poder, donde su economía no era la más floreciente
debido a las deudas acarreadas por la guerra, enfrentando la invasión francesa
y el vacío de poder, que había provocado un estado de desorientación en
América. Estos factores en conjunto representarían un catalizador en la
búsqueda de la independencia de la colonia, estimulada por un descontento
generalizado, producido por diversas causas (monopolio del estanco, poco acceso
de los criollos a la administración, elevados impuestos, el no reconocimiento
del N.R.G como provincia española marcaba una diferencia identitaria entre el
español y el americano, la creación de
un incipiente nacionalismo, entre otros motivos) y que llevaría posteriormente
a las luchas de independencia, traduciéndose en la creación de los estados
nacionales, con un gobierno republicano para mediados del siglo XIX.
La formación académica en el Nuevo Reino de
Granada para el siglo XVIII estaba bajo la dirección del fuero eclesiástico.
Los contenidos formales de la educación, constaban de cátedra en teología,
filosofía y derecho;
“Os acompaño un
cuadro que manifiesta el estado de la instrucción primaria i secundaria en la
provincia, 14 jóvenes cursan gramática latina i castellana en el colejio
académico, 70 filosofía i 44 derecho civil patrio, i derecho canónico. En el
seminario de Antioquia cursan gramática latina i castellana 14, i 15 filosofía.
/ Ecsisten en la provincia 85 escuelas, 54 por el método antiguo i 31 por el
lancasteriano i concurren a ellas 3149 niños de uno i otro secso.”[2]
estaban ceñidos al filtro religioso; se desarrollaba en los Colegios Mayores y los
seminarios que se encontraban en Santa Fe “Lo que se encuentra en el Nuevo
Reino de Granada, en cuanto a estudios superiores, son dos grandes
colegios-mayores […] facultades que incluían: filosofía, derecho, teología,
aunque la única institución autorizada para entregar títulos era la denominada
Universidad Tomística […]”[3],
cuyos cuerpos estamentales constituían un grupo pequeño cuidadosamente
seleccionado, que actuaban bajo el ojo vigilante del fuero eclesiástico y que
operaba como organismo interventor y regulador mediante diferentes órdenes
religiosas, haciendo la educación poco accesible a través de múltiples
exigencias. Una educación exclusiva para la élite.
El objetivo de la educación colonial era
mantener la fidelidad entre los
habitantes americanos sujetos a la corona española, donde se inculcaba
la moral y la fe cristiana, además de difundir las buenas costumbres, orientada
a formar ciudadanos virtuosos; sin embargo la tecnificación económica era nula
y el comercio se encontraba altamente monopolizado. Conjuntamente se tenía un
sistema administrativo primitivo y corrupto, entre muchas otras falencias, y
donde el contacto entre España y América era virtual, ¿sería entonces válido
afirmar que la metrópoli promovía ese estado de atraso y de rigurosa
intervención, adjunto a un ambiente oscurantista mediatizado por la Iglesia,
con el objetivo de mantener supeditados los territorios americanos a su
dominio, tratando de evitar que sucesos como la emancipación fueran impensables
para las posesiones de Ultramar?.
Es preciso tener en cuenta que para finales
del siglo XVIII, las ideas de la Ilustración ya han permeado sobre la juventud
noble letrada que se empieza a manifestar en función de la secularización del
saber y el estudio de las ciencias de la naturaleza, manifestándose a través de
medios como la prensa, ¿acaso la apropiación de los ideales ilustrados
coadyuvarían al inicio de una transformación de la educación tradicional, en
una temporalidad en la que la independencia aún no era efectiva?
El ambiente de separación que ya se
percibía, formaba una situación caldeada donde una escisión entre colonia y
metrópoli se preveía, sólo era cuestión de tiempo, representando un suceso
coyuntural que marcaría el inicio de la
transformación
del sistema educativo en aras de una cantidad de ideales que se perfilarían en
el desarrollo de la construcción de la República.
Finalizado el movimiento independizador,
ahora las jóvenes naciones buscan una nueva forma de gobierno que rija sus
territorios. La instauración de la República, inicia con una serie de cambios
políticos, económicos y sociales, que afectarían directamente a la educación, pasando
de estar en manos de la Iglesia a estar controlada por el Estado:
“[…] en 1819, los líderes de la emancipación
emprendieron reformas en los órdenes legal, económico, social y político para
cimentar a la naciente nación en la cultura política occidental. Entre las reformas
primordiales se encontraba la educación enmarcada por dos propósitos medulares:
formar una élite profesional para la dirección de la república y brindar la
instrucción primaria a los súbditos, casi todos sumidos en el analfabetismo.”[4]
Para finales de la
primera mitad del siglo XIX el catolicismo inicia su resurgimiento, donde se
fortalece su esencia y principios, se fundan nuevas órdenes religiosas, se
reafirma la autoridad de Roma, aumenta el número de conversos –con gran
importancia entre los intelectuales de la época-, se romaniza la eucaristía y
se fortalece la identidad del clero.
Adjunto a esto, el carácter
predominantemente religioso de la educación en Antioquia, donde las diferentes
asociaciones religiosas que se establecieron allí actuaron como pioneras de la
educación -los salesianos, las capuchinas, las vicentinas, las bethlemitas, los
jesuitas, dominicos, carmelitas descalzas, las hijas de la Sabiduría, entre
otras-, las cuales fundaban planteles públicos y privados; vigilaban el uso y
venta de ciertas lecturas, confiriéndoles el poder de decidir qué textos se
debían emplear en la enseñanza, denunciando a los docentes que transgredieran
la doctrina católica;
“se
vende la CITOLEJIA y el COMPENDIO de las principales verdades que un cristiano
debe saber para conseguir su salvación a cuatro reales la primera i a real i
medio el segundo---La CITOLEJIA es el mejor método de lectura práctica que ha
aparecido hasta ahora, i es igualmente útil para la enseñanza individual. EL
COMPENDIO es el más completo para su objeto, i por su pequeñez el más aparente
para los niños tiernos i para la jente ruda. […]”[5]
inculcaban la moral religiosa y civil,
educaban a las mujeres en las
actividades domésticas y a los varones en las labores de la herrería, la
metalurgia, la cerrajería, la agricultura, la mecánica, la impresión, entre
otros oficios.
Sede de la Universidad de Antioquia en el siglo
XIX. Acuarela de Humberto Chávez, basada en un grabado de la época.
Empero, finalizando
la segunda mitad del siglo XIX, la educación paulatinamente iría
transformándose, haciéndose más accesible y cobijando cada vez mayor cantidad
de población, reflejándose en los esfuerzos del Obispo Gómez Plata y Ospina
Rodríguez en la búsqueda de educar a la juventud en la moral y la religiosidad,
en complemento con el desarrollo económico. Además representó un medio de
socialización de suprema importancia, por lo que la Iglesia y el Estado entran
en conflicto por su hegemonía dado que
“en la sociedad moderna el verdadero poder está tan inextricablemente
unido a la educación como lo está al ejército y a la policía, entonces se
podría predecir que el Estado desearía […] un monopolio sobre la educación, así
como un monopolio sobre la fuerza pública, y que la Iglesia velaría […] para
que su exigencia de socializar a los fieles se mantuviera no sólo como un
derecho tradicional, sino también como un derecho natural.”[6]
Fotografía
Rodríguez 1889-1995, Escuela de Artes y oficios (Fotografía blanco y negro).
Medellín, 1927. Archivo Fotográfico Biblioteca Pública Piloto, Medellín.
A partir de esto, se pasa de una educación
exclusiva para la élite a una apertura de la instrucción pública obligatoria,
facilitando el acceso de las clases menos privilegiadas;
“La Instrucción
primaria debe ser obligatoria. / He aquí una medida que se ha creído hasta hoi
imposible en la práctica i demasiado rigurosa en teoría. Sin embargo, no sólo
hombres sobrado competentes i suficientemente autorizados, sino países enteros,
i entre ellos los que encabezan la civilización actual, se han decidido por la
alternativa, i la han puesto en planta. Si, la instrucción elemental debe ser
obligatoria, i este debe considerarse como uno de los pasos más grandes i de
mayor trascendencia, que hayan de darse en el camino del verdadero progreso.
Inútil parece examinar las ventajas que saltan a los ojos de cualquiera que
estudie la cuestión desprevenidamente. Conviene sí analizar los inconvenientes
en que pareciera fundarse la terca oposición que todavía en algunas partes se
le hace, i que no son otra cosa que conceptos erróneos provenientes ora de la
mala fe, ora de la ignorancia […]”
se
anexan cátedras al plan de estudios, tales como Ciencias Naturales, Medicina,
Literatura, Inglés, Francés, entre otras; se especializa el oficio de la docencia
y se cambia el modelo educativo por el lancasteriano, más riguroso,
disciplinado y con fundamentos memorísticos, mostrando una transición y un
desarrollo en el sistema educativo.
Benjamín
de la Calle, “Escuela Normal de Señoritas” (Fotografía blanco y negro 20x25
cm). Medellín, 1912. Fondo Benjamín de la Calle 1869-1934. Archivo Fotográfico
Biblioteca Pública Piloto, Medellín.
La pugna entre la Iglesia y el Estado, posicionó
a la Iglesia católica dentro del aparato político al tener la posibilidad de
intervenir en la formación de los individuos y por ende fomentar una ideología
conservadurista, antiprogresista y antiliberal.
Benjamín de la Calle. ”Segunda división de
externos, Colegio San Ignacio” (Fotografía blanco y negro). Medellín, 1913. Fondo
Benjamín de la Calle 1869-1934. Archivo
Fotográfico Biblioteca Pública Piloto. Medellín.
Incluso para
mediados del siglo XX los sermones en las misas adquirieron un aire militante
en contra del liberalismo y todas aquellas ideas sediciosas, todo esto animado
por la élite eclesiástica. “Desde 1946 las pastorales de los obispos
sostuvieron el tono animoso de una restauración e hicieron un llamado a ese
clero y a sus creyentes para derrotar definitivamente una doctrina que ellos
consideraban pecaminosa y herética.”[7]
Con el
levantamiento de José Ignacio de Márquez en 1840 y la oposición por parte de
Gómez Plata y de sectores importantes del clero, se abre la brecha que repele
al liberalismo de la Iglesia, creando lazos más estrechos entre ésta y el
conservatismo.
En 1853 el
Congreso promulga el artículo 5º de la Constitución que declara la libertad de culto y con esto
la separación de la Iglesia y el Estado. Como reacción, la Iglesia produjo el
Syllabus donde recopilaba y condenaba los errores cometidos por los gobernantes
así como conceptos tales como: modernidad, libertad de pensamiento y ruptura
Iglesia/Estado.
“Las enseñanzas de la doctrina social de los papas
fueron un instrumento usado por la jerarquía colombiana, aunque no siempre
unánimemente, para contrarrestar la modernización emprendida por el liberalismo
pero también para salirle al paso a una izquierdización creciente del sector
obrero, que le producía escozor.”[8]
Según algunos
estudiosos, todas estas manifestaciones no sólo reforzaban la fe y la devoción
católicas, sino que también confería una identidad a sus fieles. En dicha
identidad se veían conjugados los intereses de la comunidad y veían en el clero
al líder que los defendería, haciéndose posible una democracia representativa,
donde se consolidaría el Estado moderno –en términos del conservadurismo
colombiano de la época-.
Ésta dinámica
fortalecía a la Iglesia, pero con la derrota de los conservadores en la Guerra
de las Escuelas en 1876 y la toma de los radicales, se dio un golpe certero a esa
solidez, especialmente con el control del matrimonio, al imponerse el
matrimonio civil en 1877 por encima de las nupcias religiosas.
Los liberales de
la época siempre vieron en la Iglesia católica un obstáculo para alcanzar el
progreso, era indispensable la separación de ésta de los asuntos del Estado.
Para lograrlo, los liberales buscaron reformas políticas y económicas que
reorientaran el sistema de creencias y estimulara la implantación de nuevas
ideologías. En éste sentido era de suprema importancia la creación de escuelas
de primeras letras, donde dicha reorientación se hiciera plausible con facilidad
entre los educandos
“como encargado de la dirección de la dirección de este colejio no me
limitaré al frio cumplimiento de mi deber, sino que íntimamente persuadido del
inmenso bien, que se le prepara a la
patria, con la difusión de los buenos principios de moral, de orden, de
obediencia fiel a la constitución i a las leyes, de odio eterno e
irreconciliable a las pérfidas y desoladoras doctrinas del fanatismo, me
consagraré decididamente i con esmero, a hacer que nazcan i jerminen en el
corazón de los educandos nociones de patriotismo, de moralidad, de amor a las
instituciones democráticas, i a todos los principios de orden social tratando
de que nazcan en ellos ideas nobles i pundonorosas […]”[9]
Dentro de esta reorganización también se
encuentra la tolerancia religiosa que se adoptó después de la consolidación de
la República y con ella se estimuló la inmigración. Declarada la libertad de
cultos, los extranjeros radicados en América Latina hicieron uso de su derecho
a expresar sus creencias; entre ellas se encontraba el protestantismo el cual
sirvió de herramienta política al liberalismo radical
“Este nexo no fue solamente fruto de una
convergencia ideológica en torno a la modernidad democrática y republicana; se
encuentra en el origen del movimiento asociativo que los liberales consideraron
como el crisol de un nuevo pueblo latinoamericano. Ello se debe a que las
sociedades protestantes, igual que las demás sociedades de idea, se proponía
crear un pueblo de ciudadanos que poco a poco constituirían el pueblo político,
base de una democracia representativa y de una cultura política moderna.”[10]
Durante mucho
tiempo los liberales moderados buscaron reconciliar a la Iglesia con la
modernidad liberal pero la empresa no fue posible, por lo que el liberalismo se
impone sobre el catolicismo, desembocando en la Reforma Liberal de finales del
siglo XIX, donde se pretendió secularizar definitivamente a la sociedad civil
“Separación iglesia-estado, registro civil, libertad de culto son algunos de
los aspectos de una modernidad política que abrió el espacio social a los
principios […] de la modernidad.”[11]
Entre 1910 y
1914, un periodo de relativa paz política, Colombia comenzó a dar sus primeros
pasos hacia la modernización, impulsada por
“el alza de los precios internacionales del café, el buen clima de las
relaciones con los Estados Unidos con el pago de la indemnización de Estados
Unidos a Colombia por la pérdida de Panamá, la llegada de capitales
norteamericanos a Colombia y América Latina, fueron factores que permitieron
que el país entrara en un proceso de modernización con mayor acentuación hacia
la década del veinte.”[12]
Benjamín de la Calle. “Telares de los Hernández”
(Fotografía blanco y negro, 13x18 cm). Medellín, 1917. Fondo Benjamín de la
Calle 1869-1934. Archivo Fotográfico Biblioteca Pública Piloto, Medellín.
Benjamín de la Calle. “Fábrica de chocolate”
(Fotografía blanco y negro, 13x18 cm). Medellín, 1923. Fondo Benjamín de la
Calle 1869-1934. Archivo Fotográfico Biblioteca Pública Piloto. Medellín.
Benjamín de la Calle. “Fábrica de lavado y
planchado” (Fotografía blanco y negro 13x18 cm). Medellín, 1918. Fondo Benjamín
de la Calle 1869-1934. Archivo Fotográfico Biblioteca Pública Piloto. Medellín.
Además esto implicaría el desencadenamiento de otras
situaciones que se encontraban en reposo como los movimientos sociales (grupos
indígenas, consolidación del socialismo) y la creación del sindicalismo
colombiano por los conflictos laborales.
Con lo anterior es
posible afirmar que los estados modernos latinoamericanos no presentaron el
mismo proceso en la construcción de su modernidad en comparación con Europa o
Estados Unidos, debido a la sujeción con respecto a la metrópoli. Fue con la
consolidación de la República, la escisión social entre liberales y conservadores,
además de los conflictos con la Iglesia católica en la búsqueda de la
secularización social, el contexto en el que se introdujo y se desarrolló la
modernidad.
Dentro del
proyecto modernizador de las primeras décadas del siglo XX, las bibliotecas se
fueron imponiendo como centros de donde emanaba el conocimiento que era
necesario impartirse.
En 1870, en
cuerdo con el Decreto de Instrucción
Pública, se construyó la primera biblioteca de Antioquia, en 1886 se erigió la
Biblioteca de la Sociedad de San Vicente de Paul y para 1921 en adelante se
fundaron las bibliotecas de la “Universidad de Antioquia, el Colegio de San
José, el Colegio de San Ignacio de Loyola y las bibliotecas de las normales.”[13]
Para el caso de
Medellín, la Biblioteca Pública Municipal fue fundada en 1921 “como la
principal acción estatal relacionada con la intención de posicionar a las
bibliotecas, en el marco de la oferta educativa en instituciones que
promovieran las ideas de la modernización.”[14].
Aunque la Biblioteca Pública Municipal se perfiló como laica y democrática, no
fue ajena a la censura mediante el Código de Policía que promulgaba y facultaba
al jefe de policía en la inspección de la biblioteca y su material con el fin
de salvaguardar la moralidad y las buenas costumbres.
Para la segunda
mitad del siglo XIX y los primeros años del siglo XX la circulación y
publicación de periódicos y revistas de cultura, literatura y arte, aumentaron
sustancialmente. Aunado a esto, se van conformando pequeñas bibliotecas y
colecciones particulares “como las de Manuel Uribe Ángel, Juan José y Carlos A.
Molina, y de las bibliotecas de alquiler, como la que funcionaba en el café El
Globo, que alquilaba las obras por un centavo diario.”[15]
El objetivo
esencial de estas bibliotecas era proporcionar los ideales circulantes
necesarios para el progreso material, civilizatorio y la formación de un hombre
productivo y trabajador; asimismo limitar los lectores de acuerdo a un objetivo
político y una moral religiosa. Ligada a la misión de las bibliotecas se
encuentra la labor del bibliotecario, quien estaba facultado para censurar,
restringir y catalogar la información, en función de proteger los lectores de
ideas sediciosas.
Luego de 1930
ésta función moralizante y de censura del bibliotecario se transforma, ahora su
labor se orienta a la promoción y difusión de la lectura “Es
agradable y consolador ver penetrar al salón de lectura a un descamisado con
todos los signos exteriores de la más absoluta ignorancia, y observar cómo toma
un libro y se dedica, por largas horas, a una lectura que muchas veces es
edificante y educadora”[16]
El periodo comprendido entre 1930-1946, fueron los
años de gobierno de tres partidarios del liberalismo: Enrique Olaya Herrera,
Alfonso López Pumarejo y Eduardo Santos, quienes llevarían a cabo el plan que
se había propuesto en la Convención Liberal de Ibagué en 1921, una Reforma
social. Los tres presidentes tendrían algo en común, un intervencionismo
directo en la economía y la creación de reformas culturales
“dentro de las reformas adelantadas por el Gobierno
podemos señalar las siguientes: la separación de poderes entre la Iglesia y el
Estado , la abolición del nombre de Dios del preámbulo de la constitución de
1886 y la supresión de los artículos 38 al 40, 53, 55 y 56 en donde se
reconocen algunos privilegios a la Iglesia y el Clero, reforma al Concordato
para que el Estado pueda celebrar el matrimonio civil, el divorcio vinculante,
el control sobre el nacimiento a través del registro civil y sobre la muerte
vía administración de los cementerios, establecer la libertad de cátedra y la
educación laica, gratuita y obligatoria.”[17]
No obstante, la
República liberal decaería durante el segundo periodo de gobierno de Alfonso
López, quien renunció a la presidencia en 1945, dejando el gobierno a Alberto
Lleras Camargo.
Después de todo un proceso de consolidación
y de fijarse los preceptos que delinearían la metamorfosis en el sistema
educativo, la formación pedagógica se hace pública estimulando el acceso del
pueblo llano, con el fin de instruir a las masas en los oficios y que esto se
tradujera en un avance nacional y
económico a manera de proyecto modernizador, donde permea un ideal de progreso
“Convencido
como lo he estado siempre, i es lo que he manifestado en mis pasado informes,
que el estudio más importante a los progresos de la civilización i de la
industria de Antioquia, es el de la química, mineralojia i mecánica, no he
perdido jamás de vista este negocio importante, i así es, que en fuerza de una
constante economía, tengo hoy la satisfacción de informaros, que han seguido ya
para Europa los fondos necesarios para la venida de un profesor de aquellas
ciencias […]”.
La educación para mediados del siglo XIX,
paradójicamente, demuestra mayor desarrollo y dinamismo que la instrucción para
mediados del siglo XX, donde la calidad de la formación fue menguando,
ampliando los índices de criminalidad y prostitución. En este sentido, se
destaca el cubrimiento y la calidad, resaltando los esfuerzos de los gobiernos
conservadores y liberales por mejorar y mantener un nivel educativo alto, cuyos
protagonistas se comprometieron con ésta causa: Mariano Ospina R., Pedro Justo
Berrío, Néstor Castro, Eustorgio Salgar, Vicente Arbeláez, Antonio José Uribe,
Pedro Pablo Betancour, Luís López de Mesa, Tomás Cadavid Restrepo.
Si bien es
relevante la influencia del Estado y de la Iglesia sobre el desarrollo del
sistema educativo, se ha descuidado el impacto social y lo que éstas
transformaciones significaron para la sociedad, en un contexto enmarcado por agitaciones,
guerras, rupturas y polarizaciones, la secularización y el acceso de las masas
a la educación constituyeron un gran avance económico y social, donde se
comienzan a vislumbrar los ideales del progreso.
Fuentes y bibliografía
Fuentes
1 Manuscritos
Archivo Histórico
de Medellín, Medellín (AHM)
Fondo Consejo Municipal,
Serie Informes, Tomo 778
Hernando Jaramillo
1947
Archivo Histórico
de Antioquia, Medellín (AHA)
Fondo Gobernación de Antioquia, Sección Impresos
y Publicaciones, Tomo G.D. 2
2
Bibliografía
Bastian, Jean Pierre. “Sociedades protestantes y
modernidad liberal”. Protestantismo y
modernidad latinoamericana: historia de unas minorías religiosas activas en
América Latina. México: Fondo de Cultura Económica, 1994
Lavinia, Margaret. “Las huestes papales: el
resurgimiento católico y la transición europea hacia la democracia”. Historia y Sociedad. 06 (1996)
López Amaya, Jeiman. Revival en la República liberal. Historia de las misiones y prácticas
de las misiones protestantes-pentecostales en el contexto nacional 1930-1946.
Tesis de Maestría en Historia. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2011
Mesa, Gustavo y Ortiz, Carlos. Representaciones religiosas y la violencia en Antioquia, 1949-1953. Medellín: Universidad Nacional de Colombia,
2006
Silva,
Renán. Los Ilustrados de Nueva Granada, 1760-1808: Genealogía
de una Comunidad de Interpretación. Bogotá: Banco de la República, 2002
Tortolero, Alejandro (Coordinador). “Reforma
religiosa, protestantismo y catolicismo en América Latina”. Jean Pierre Bastian
(Autor). Estudios Históricos.
Medellín: Universidad Autónoma Metropolitana, 1994
Universidad
de Antioquia (Autor corp.) y otros. Zuluaga, Olga Lucía y otros. “La instrucción pública en Colombia,
1819-1902: surgimiento y desarrollo del sistema educativo”. Génesis y desarrollo de los sistemas
educativos iberoamericanos siglo XIX. Tomo I. Bogotá: Cooperativa Editorial
Magisterio, 2004
3
Artículos de revista
Montoya
Ríos, Mónica y Otros. “Papel del bibliotecario público en la tradición
educativa y cultural de Medellín, 1870 – 1950”. Revista Interamericana de Bibliotecología, Vol. 34, No. 01
(Ene.-Abr. 2011)
4 Fuente
visual
Archivo Fotográfico Biblioteca Pública Piloto
Fondo
Benjamín de la Calle 1869-1934
Fondo Fotografía Rodríguez
1889-1995
[1]
Archivo Histórico de Antioquia,
Gobernación de Antioquia, Impresos y
Publicaciones, Tomo G.D. 1, documento 110
[2] Archivo Histórico de Antioquia,
Gobernación de Antioquia, Impresos y Publicaciones, Tomo G.D. 1, documento 142
[3] Renán Silva. Los Ilustrados de Nueva Granada, 1760-1808:
Genealogía de una Comunidad de Interpretación. (Bogotá: Banco de la República, 2002) 33.
[5] Archivo Histórico de Antioquia,
Gobernación de Antioquia, Impresos y Publicaciones, Tomo G.D. 1, documento 134
[6] Margaret
Lavinia. “Las huestes papales: el resurgimiento católico y la transición
europea hacia la democracia”. Historia y
Sociedad. 06 (1996), 51
[7] Gustavo
Mesa y Carlos Ortiz. Representaciones
religiosas y la violencia en Antioquia, 1949-1953 (Medellín: Universidad Nacional de Colombia,
2006), 117
[8] Gustavo
Mesa y Carlos Ortiz. Representaciones
religiosas y la violencia en Antioquia, 1949-1953 (Medellín: Universidad
Nacional de Colombia, 2006), 120
[9] Archivo
Histórico de Antioquia, Gobernación de Antioquia, Impresos y Publicaciones, Tomo G.D. 2, documento 22
[10] Jean
Pierre Bastian. “Sociedades protestantes y modernidad liberal”. Protestantismo y modernidad latinoamericana:
historia de unas minorías religiosas activas en América Latina. (México:
Fondo de Cultura Económica, 1994), 93.
[11]
Alejandro Tortolero (Coordinador). “Reforma religiosa, protestantismo y
catolicismo en América Latina”. Jean Pierre Bastian (Autor). Estudios Históricos. (Medellín:
Universidad Autónoma Metropolitana, 1994), 206.
[12] Jeiman López Amaya. Revival en la República liberal. Historia de
las misiones y prácticas de las misiones protestantes-pentecostales en el
contexto nacional 1930-1946. Tesis de Maestría en Historia (Bogotá:
Universidad Nacional de Colombia, 2011), 99
[13]
Mónica Montoya Ríos y Otros.
“Papel del bibliotecario público en la tradición educativa y cultural de
Medellín, 1870 – 1950”. Revista
Interamericana de Bibliotecología, Vol. 34, No. 01 (Ene.-Abr. 2011), 71
[14] Mónica Montoya Ríos y Otros. “Papel
del bibliotecario público en la tradición educativa y cultural de Medellín,
1870 – 1950”. Revista Interamericana de
Bibliotecología, Vol. 34, No. 01 (Ene.-Abr. 2011), 69
[15] Mónica Montoya Ríos y Otros. “Papel
del bibliotecario público en la tradición educativa y cultural de Medellín,
1870 – 1950”. Revista Interamericana de
Bibliotecología, Vol. 34, No. 01 (Ene.-Abr. 2011), 71
[16] Archivo Histórico de Medellín.
Fondo Concejo Municipal. Serie Informes, tomo 778, Hernando Jaramillo, 1947,
folios 302-304
[17] Jeiman
López Amaya. Revival en la República
liberal. Historia de las misiones y prácticas de las misiones protestantes-pentecostales
en el contexto nacional 1930-1946. Tesis de Maestría en Historia (Bogotá:
Universidad Nacional de Colombia, 2011), 174
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EliminarQué interesante!
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